Todo lo que soy se lo debo a Acarpín, casa del Gamín, y en especial a su beneplácito fundador Padre Bernardo Montoya Giraldo, hoy Fundación Acarpín Hogar de Niñez y Juventud.

16 años en esta institución, me hice como persona allá y luego me forme como profesional con bastante sacrificio atendiendo a las intenciones de su fundador y maestro de maestros, quien su más grande ilusión era vernos como unos verdaderos profesionales al servicio de la sociedad.

Llegue a la edad de 4 años, hice la primaria en el corregimiento de el Limón, en el municipio de Cisneros Antioquia, a donde llegue los primeros años. Una linda experiencia de vida, que no me dejo marcas importantes por tratarse de mi niñez.

Luego pase al municipio de Copacabana, donde actualmente funciona la fundación, allí hice mi bachillerato. Una experiencia significativa porque sin pensarlo me fui haciendo hombre rescatando lo mejor que el padre nos inculcaba para la vida: el amor por el prójimo y por la vida, el amor al trabajo, la honradez, la solidaridad y la ayuda mutua, la humildad y porsupuesto el amor y temor a Dios, pilares que hoy me convierten en un ejemplo para mi querida Copacabana.

La experiencia más dura durante todo este tiempo fue la enfermedad y muerte del Padre Bernardo Montoya, experiencia que me tocó vivir en carne propia, cuando apenas era un adolescente.

Hoy con beneplácito veo como Acarpín, aún sigue funcionando y sigue cumpliendo en gran parte con los objetivos con los cuales fue creado, el de servir a la comunidad copacabanense, al departamento de Antioquia y mi querida patria Colombia.

Que sea este el momento oportuno para dar gracias a Dios por este santo sacerdote, el padre Montoya, por las grandes obras que dejo, agradecer a las personas y entidades que aún continúan trabajando por la niñez y la juventud desprotegida de nuestro país, aportando su granito de arena .